Harry d’Abbadie d’Arrast; un cineasta vasco en Hollywood
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Harry d’Abbadie d’Arrast en un retrato oficial de la Paramount. (Foto: Carlos Roldán, Los vascos y el séptimo arte). |
Estas peculiaridades familiares determinaron en gran medida la personalidad de Harry. Entorno si no aristocrático sí distinguido, cultura anglosajona, conocimiento de idiomas… virtudes que sin duda facilitaron su entrada en la meca del cine. Tras realizar estudios de Arquitectura y luchar en la Primera Guerra Mundial conoció en París a un cineasta americano que le habló de las posibilidades que se abrían en California con el negocio del cine. Harry, sin pensárselo dos veces, dejó Europa atrás y una vez instalado en Estados Unidos su ingenio y elegancia natural le facilitaron el contacto con el ambiente más selecto de Hollywood. Charlie Chaplin, Marion Davies, William Randolph Hearts, Sam Wood, Douglas Fairbanks, Mary Pickford o Gloria Swanson, lo más granado del Olimpo, se rindieron a su encanto. De hecho, Gloria Swanson le dio su primera oportunidad facilitando que Henri trabajara como asesor en The Impossible Mrs. Bellew (1922) y como actor de reparto en My American Wife (1923). Las dos películas, dirigidas por Sam Wood, estaban protagonizadas por la actriz. Tras este primer paso Harry dio un salto de gigante al hacer amistad con Charlie Chaplin. Con él colaboró como consejero artístico en A Woman of Paris (Una mujer de París) (1922) y como ayudante de dirección en The Gold Rush (La quimera del oro) (1924). Más tarde Harry y Chaplin se enemistaron. Tanto es así que Chaplin, al presentar en 1942 la nueva versión de La quimera del oro, eliminó a d’Abbadie de los títulos de crédito.
En todo caso, después de estos trabajos con el gran genio del cine, Harry se vio con fuerzas de lanzarse solo a la aventura de dirigir sus propias películas. Service for Ladies (1927) y A Gentleman of Paris (1927) fueron sus dos primeras realizaciones. La imponente presencia de Chaplin, como no podía ser menos, se nota ahora. Se hace evidente la referencia a A Woman of Paris. Y no sólo por el título de la segunda película de Harry sino porque además ambas están protagonizadas por Adolphe Menjou, protagonista del film de Chaplin. Luego realizó Serenade (1927), de nuevo con Adolphe Menjou como actor principal, The Magnificent Flirt (1928) y Dry Martini (1928), su primera película sonora, protagonizada por Mary Astor y Albert Conti. En total cinco comedias dotadas de elegancia e ingenio, -su estilo artístico reflejaba con nitidez la personalidad de su autor- que contaron desde el principio con el beneplácito del público y de la crítica. De hecho se llegó a comparar el trabajo de d’Arrast con el de Ernst Lubitsh.
Rodaje de La quimera del Oro (1924), de Charles Chaplin. En la fotografía, de izquierda a derecha, Harry d’Abbadie, Eddie Manson, Charles Chaplin, Roland Totheroh y Charles Riesner. (Foto: Carlos Roldán, Los vascos y el séptimo arte). |
Marchó luego a España y rodó La traviesa molinera (1934), adaptación del “Sombrero de tres picos” de Alarcón. Esta película, protagonizada por Eleanor Boardman, se convirtió en todo un referente dentro del cine español de esa etapa. Intentó posteriormente el retorno a Hollywood pero todos sus proyectos naufragaron. Harry había hecho demasiados enemigos allí. Los últimos años vivió retirado entre Baigorri y Montecarlo practicando otra de sus pasiones, el juego. Tuvo que ser difícil para él, alejado por fuerza de la industria del cine, recordar los años dorados en Hollywood o incluso en el mismo Baigorri, en tiempos en que era fácil encontrarse en sus calles al mismo Charles Chaplin o a otras amistades invitadas a pasar unos días en el castillo de Etxauz. Harry murió en Montecarlo totalmente olvidado y fue enterrado en la tumba familiar de Baigorri. Su esposa vendió el castillo y todo lo que había de valor se subastó en Christie’s. Un anticuario compró el antiguo palacio atraído por una leyenda que hablaba de un tesoro escondido. Después de dinamitar gran parte del edificio, sin lograr encontrar rastro de la fortuna, lo abandonó. Tras permanecer varios años en ruinas otro comprador se hizo con el solar de los Etxauz y lo restauró. En la actualidad sus propietarios lo han convertido en un selecto hotel por lo que es fácil visitar las habitaciones que ocuparon en su día tan ilustres huéspedes procedentes del mítico Hollywood de los años veinte y treinta.
Harry junto a su mujer, la actriz Eleanor Boardman, cerca de París, en los primeros momentos de su relación amorosa. (1934). (Foto: Carlos Roldán, Los vascos y el séptimo arte). |
Si he logrado despertar cierta pasión mitómana
entre los lectores que han leído este breve artículo les invito,
para profundizar más, a leer el libro de José Luis Borau El
caballero d’Arrast. Este libro y la retrospectiva que dedicó
el Festival de Donostia a la figura de d’Arrast a iniciativa de Peio
Aldazabal en 1990 fueron el primer paso para rescatar a Harry del olvido.
También es interesante el libro sobre esta saga familiar de Iparralde
titulado Abbadie de Iñigo Sagarzazu. Invito además a visitar
Baigorri para reencontrarse con las huellas que Harry y su familia dejaron
en el pueblo. Por supuesto es una buena oportunidad para conocer el castillo
de Etxauz, decadente retiro del cineasta hasta su muerte. O La bella iglesia
parroquial del pueblo. En ella hay una lápida de mármol con
los nombres de los jóvenes del pueblo caídos en la Primera Guerra
Mundial. Entre ellos figura Antoine Jean d’Abbadie d’Arrast, hermano
de Harry. En el cementerio, finalmente, puede visitarse la tumba familiar
donde descansa Harry con su familia. La última vez que visité
la tumba no había ninguna inscripción referente a este singular
cineasta. Sería interesante que algunas instituciones –la misma
Eusko Ikaskuntza, la Filmoteca Vasca, el propio ayuntamiento de Baigorri,
etc- remediarán esta ausencia, si es que el olvido todavía hoy
en día sigue empeñado en atrapar a Harry también en su
tumba. Es una propuesta que lanzo al viento. El personaje sin duda lo merece.
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